Plantar un arbol, tener un hijo, escribir un libro; Se supone que son las cosas que todo hombre debe hacer, son legados. Testimonios de nuestro paso por el cuento.
Tengo quince hijos, hoy plante un arbol y mi libro comienza así....
Mi abuelo tuvo un sueño, que lego a mi padre, mi padre me lego ese sueño a mí, encontrar a Eudamon, la Isla de los Niños Felices.
Durante años trate de arrancarle señales a la vida, encontrar pistas, enigmas y mientras estaba ocupado en eso, la vida me fue llevando mágicamente hacía Eudamon.
Nos cuesta darle la mano a la vida y dejarnos conducir y es tan sencillo solo se trata de soltar amarras y dejarnos llevar, dejar que el viento nos lleve a donde debemos ir.
Porque cuando uno esta en el lugar donde debe estar, todo fluye, todo es como debe ser. El Eudamon de cada uno esta cerca, al alcance de la mano, lo buscamos afuera lejos, pero esta muy cerca, tan cerca que a veces no lo vemos.
La vida esta llena de señales que nos conducen hacía nuestro propio Eudamon, solo hay que saber verlas.
El creador sabe como contar su cuento, nos da la sed para después darnos el agua, nos da la tristeza para darnos la alegría, nos da la soledad para darnos el amor, nos hace caminar por la oscuridad para llegar a la luz. El creador sabe mover las piezas del rompecabezas, tiene el hilo con el que uno los retazos. Si se lo permitimos el creador conduce a cada uno hacía su propio Eudamon.
Este libro es mi testimonio "sobre como llegue a mi Eudamon"
Capitulo 1: "Segui al conejo blanco"