2.13.2013

Here comes the sun

Y es que, aunque estábamos en mitad de la noche, aún podía cantar Here Comes the Sun («aquí llega el sol»), y sentir como propia cada palabra, cada emoción. Sobre todo, la parte de it’s all right, «todo está bien». Todo estaba más que bien. Todo era perfecto.

REGLAMENTO OFICIAL DEL CLUB DE LOS CORAZONES SOLITARIOS, DE PENNY LANE. (Segundo)


REGLAMENTO OFICIAL DEL CLUB DE LOS CORAZONES SOLITARIOS, DE PENNY LANE.

El presente documento expone las normas para las socias del Club de los Corazones Solitarios. Todas las socias deberán aprobar los términos de este reglamento pues, de lo contrario, su afiliación quedará anulada automáticamente.
1. Las socias están en su derecho de salir con chicos si bien nunca, jamás, olvidarán que sus amigas son lo primero y principal.2. A las socias no se les permite salir con cretinos, manipuladores, mentirosos, escoria en general o, básicamente, con cualquiera que no las trate como es debido.3. Se exige a las socias que asistan a todas las reuniones de los sábados por la noche. Ninguna socia excusará su presencia en la fecha señalada para las reuniones con objeto de citarse con un chico. Se mantienen como excepción las emergencias familiares y los días de pelo en mal estado, exclusivamente.4. Las socias asistirán juntas, como grupo, a todos los eventos destinados a parejas incluyendo (pero no limitándose a) la fiesta de antiguos alumnos, el baile de fin de curso, celebraciones varias y otros acontecimientos. Las socias podrán llevar a un chico como acompañante, pero el mencionado varón asistirá al evento bajo su propio riesgo.5. Las socias deben apoyar siempre y en primer lugar a sus amigas, a pesar de las elecciones que éstas puedan hacer.6. Y sobre todo, bajo ninguna circunstancia, las socias utilizarán en contra de una compañera los comentarios realizados en el seno del club. Todas sabéis a qué me refiero.
La violación de las normas conlleva la inhabilitación como socia, la humillación pública, los rumores crueles y la posible decapitación.

REGLAMENTO OFICIAL DEL CLUB DE LOS CORAZONES SOLITARIOS, DE PENNY LANE. (Primero)

REGLAMENTO OFICIAL DEL CLUB DE LOS CORAZONES SOLITARIOS, DE PENNY LANE. 

El presente documento expone las normas para las socias del Club de los Corazones Solitarios, de Penny Lane. Todas las socias deberán aprobar los términos de este reglamento pues, de lo contrario, su afiliación quedará anulada automáticamente. 
1. Todas las socias del club se comprometen a dejar de salir con hombres (o «niños» caso de la población masculina del instituto McKinley) durante el resto de su vida escolar. Si las mencionadas socias decidieran reanudar las citas una vez que abandonen el instituto, procederán por su cuenta y riesgo. El incumplimiento de esta norma, la más sagrada, tendrá como consecuencia el mayor castigo impuesto por la ley: correr desnudas por los pasillos del McKinley después del almuerzo.
2. Las socias asistirán juntas, como grupo, a todos los eventos destinados a parejas, incluyendo (pero no limitándose a) la fiesta de antiguos alumnos, el baile de fin de curso, celebraciones varias y otros acontecimientos, aun a riesgo de ser tachadas de frikis y de ser objeto de miradas envidiosas por parte de los chicos que, habiendo deseado contar con ellas como pareja explosiva, tienen que conformarse con patéticas aspirantes.
3. Los sábados por la noche se celebrarán las reuniones oficiales del Club de los Corazones Solitarios, de Penny Lane. La asistencia es obligatoria. Únicamente se producirán excepciones a causa de emergencias familiares o en los días de pelo en mal estado.
4. Las socias deberán apoyar a sus amigas, a pesar de posibles elecciones equivocadas por parte de éstas en cuanto a ropa, peinado y/o música. 
La violación de las normas conlleva la inhabilitación como socia, la humillación pública, los rumores crueles y la posible decapitación.
—Penny —dijo Tracy con voz somnolienta—, ¿estás bien? «No, no estoy bien»—Sí, perfectamente. Buenas noches. En serio, tenía que dejar de mentir a mi mejor amiga. Y a mí misma.
—Muy bien; pues díselo al entrenador, y a mis padres. Nunca me había parado a pensarlo. Siempre había dado por sentado que Ryan, efectivamente, era perfecto.—Yo tengo la culpa —prosiguió—. Me mato para estar a la altura de las expectativas de los demás. Por una vez siquiera me gustaría saltarme una clase, beber en una fiesta, no decir en cada momento lo que debo. Ya oigo a mis padres: «Deberías haber estado vigilándola, Ryan». «¿En qué estabas pensando, Ryan?». «Qué irresponsable, Ryan». «Estamos decepcionados, Ryan». Eso es lo peor. Cuando dicen que los decepciono, como si no tuviera derecho a meter la pata de vez en cuando. Me alegro de que mi padre no tenga que enterarse de esto.
Odiaba tenerlo frente a mí. Odiaba que hubiera venido a mi casa. Porque odiaba lo que yo misma sentía. Por mucho que quisiera chillar y salir corriendo, apenas podía respirar. Al verlo, sentí la misma emoción de siempre.