2.01.2013

Cualquier esfuerzo humano por eludir o vencer la muerte está más destinado al fracaso.

La moraleja de "La fábula de los tres hermanos" no podría estar más clara: cualquier esfuerzo humano por eludir o vencer la muerte está más destinado al fracaso. El hermano menor ("el más humilde y también el más sensato de los tres") es el único que entiende que, habiendo escapado por los pelos de la Muerte una vez, lo mejor que puede esperar es que su siguiente encuentro se posponga el mayor tiempo posible. 

La expresión "tener el corazón peludo" se ha conservado en el lenguaje coloquial mágico para describir a un mago o bruja frío e insensible.

Y en efecto, al intentar convertirse en sobrehumano, ese joven insensato se convierte en inhumano. El corazón que ha encerrado se marchita lentamente y le crece pelo, lo que simboliza su propio descenso a la animalidad. Al final queda reducido a una bestia violenta que obtiene lo que quiere por la fuerza, y muere en vano intento de recuperar lo que está fuera de su alcance para siempre: un corazón humano. 

Concibe el amor como una humillación, una debilidad

Esa búsqueda no es más que una absurda fantasía, desde luego. Jamás ha existido hombre o mujer, mágico o no, que nunca haya sufrido ninguna clase de herida, ya sea física, mental o emocional. Sufrir es tan humano como respirar. Sin embargo, los magos parecemos especialmente propensos a creer que podemos modelar la existencia a nuestro antojo. El joven brujo de esta historia, por ejemplo, decide que enamorarse perjudicaría su comodidad y seguridad. Concibe el amor como una humillación, una debilidad, un despilfarro de los recursos emocionales y materiales de la persona. 
Érase una vez un joven brujo atractivo, rico y con talento que observó cómo sus amigos se comportaban como idiotas cuando se enamoraban: retozaban como críos, se acicalaban y perdían el apetito y la dignidad. Así pues, decidió no caer nunca en esa debilidad y empleó las artes oscuras para evitarlo.

debía alegrarse de haberse librado de él.

El arroyo había hecho desaparecer toda la añoranza que sentía por su amado, y de pronto comprendió que aquel joven había sido cruel y desleal y que debía alegrarse de haberse librado de él.